EL MILAGRO DE SENT DONÍS O EL ORIGEN DE LA MOCADORÀ

By octubre 9, 2020 Días con mensaje

En el libro “Leyendas y tradiciones del Reino de Valencia”, de R. Benito Vidal, existe un poema en valenciano que cuenta una historia bastante desconocida con respecto al origen de la mocadorà, explica las peripecias de un joven al que le pusieron por nombre Donís,y cómo trancurrió su vida hasta que fue honrado con un milagro. Durante su infancia y juventud, todo el mundo le llamaba Doniset, nunca se supo con exactitud quienes fueron los progenitores, pero siempre se supo que fue un niño con mucho genio y muy malicioso, tanto es así que una bruja le echó el ojo y decidió quedarse con él y criarlo para su interés.

Durante un tiempo, la bruja decidió hacerle un conjuro y convertirlo en cabra, de este modo podría ganar dinero con él, haciendo todo lo que ella deseaba, pero aun siendo cabra, se comportaba de una forma tan anárquica que la bruja decidió perderlo de vista deshaciendo el hechizo. El crío que ya de por sí, odiaba al mundo y a las personas que lo habitaban, intentó hacer creer a la bruja que se vengaría de ella, pero no fue capaz, aquella experiencia acrecentó su odio y su carácter, se volvió cada vez más rudo, nada podía presagiar el cambio tan drástico que sufriría Doniset…

Por aquel entonces el muchacho era adolescente, su genio había empeorado con el tiempo, seguía robando y sus formas dejaban mucho que desear; comía con las manos, se chupaba los dedos y jamás sonreía, no era de extrañar que siempre estuviera solo y no tuviera ni un solo amigo. Las gentes, al ver sus modales, su forma de vestir y su fama de mal bicho, se burlaban del chaval y le comparaban con un lagarto venenoso (sarvatxo en valenciano), él, lejos de sentirse ofendido, se sentía orgulloso porque ese tipo de lagarto era muy famoso y temido entre las tierras de secano valencianas, para Doniset que lo compararan con semejante animal le hacía sentirse más poderoso e importante.

Pero ese adolescente iba creciendo y ahora se había convertido en un joven mozo, y aunque parecía que nunca iba a cambiar, un día, en la puerta de los Santos Juanes de Valencia, saliendo de misa, apareció una mujer muy joven, Doniset no sabía lo que le ocurría por dentro, nunca había sentido nada igual, aquella muchacha le parecía un ángel bajado del cielo y a partir de aquel momento, aparecieron los signos propios del amor, el zagal no podía comer, no podía dormir, e incluso dejó de robar, solo podía pensar en ella, en Donisa, que era el nombre de la mocita que le había robado el corazón.

Comenzó a seguirla cada domingo cuando la chiquilla iba a misa y ella, picarona, se giraba de vez en cuando confirmando que Doniset le seguía los pasos, pero se mantenía altiva como si aquello no le importase. Él se quedaba enfrente de su ventana rondando a la muchacha pensando que estaría sola en casa, y que, tal vez, tendría la ocasión de hablar con ella, pero aquello no iba a ser tan sencillo, siempre estaba acompañada. El padre de Donisa viendo que rondaba su casa y conociendo la fama de Dioniset optó por tomar cartas en el asunto, realmente sospechaba que pretendía hacerles alguna trastada y así se lo hizo saber a su hija que, al escuchar las palabras de su padre, quedó muy defraudada. El dueño de la casa pensó que, si le soltaba al perro a aquel malhechor, preso del pánico, se alejaría de allí y nunca más volvería.

El muchacho estaba tan asustado que comenzó a correr con una velocidad de vértigo, tanto es así, que el perro no pudo alcanzarle. Cuando llegó a su casa estaba endolorido, humillado y profundamente enfadado. Pese a que adoraba a Doniseta, no podía consentir el trato que había recibido por parte de la familia de su amada, así que como era tan orgulloso, urdió un plan para vengarse, y como buen valenciano, quería hacerlo por todo lo alto y con el mayor sonido posible. No se le ocurrió otra cosa que conseguir unes piuletes i uns tronaors y esconderlos en un pañuelo, Doniset sonreía pensando en el susto que se llevaría la familia que se la había jugado, la venganza iba a ser sonada.

Un martes, bien llegada la noche se acercó a casa de la que hubiera deseado que fuera su novia, y quiso la casualidad que dos guardias municipales estuviesen haciendo la ronda y se fijaran en él, intentó disimular todo lo que pudo, pero poco a poco se le iban acercando más, estaba tan asustado que se encomendó a San Donís, ya que era la onomástica que se celebraba aquel día, y cuando le preguntaron qué era lo que llevaba en aquel pañuelo, el chaval empezó a sudar e hizo el gran esfuerzo de sonreír con la esperanza de parecer menos culpable. Sin embargo, los municipales le ordenaron abrir el pañuelo, al chaval le temblaban las piernas, intentaba con toda lentitud abrir el pañuelo mientras cerraba los ojos y rezaba, cundo mostró el contenido todos los allí presentes se quedaron asombrados, incluido el propio Doniset, ya que, el pañuelo, lejos de contener material peligroso, curiosamente, envolvía varios mazapanes con forma de piuletes y tronaors, de un aspecto delicioso ¡San Donís había hecho el milagro!

Tras la sorpresa, los guardias le preguntaron al joven qué es lo que hacía por allí y él, aliviado, contestó tranquilamente que iba a llevarle unos mazapanes a su novia y a su familia. Los guardias le dejaron marchar divertidos, pero aquello llegó a oídos de Doniseta y de su padre, que se dieron cuenta de que el muchacho realmente amaba a la chica, reconocieron lo mal que se habían portado con Doniset y le agradecieron mucho el detalle que había tenido con ella. A partir de ese día, le llevaba continuamente dulces a su enamorada, con tanto amor y tanto dulce consiguieron que Doniset se endulzara, se convirtió en un hombre feliz y esta felicidad culminó cuando Doniseta aceptó su proposición de matrimonio.

Y esa es la verdadera historia del origen de la mocadorà según este poema que narra el milagro de Sant Donis.

Doniset era un xiquet

En el geni contrafet

Va neixer tan blan i rull,

Qu’una bruixa el prengué el ull. .

En cabra el trasformá

I de amagat el criá.

…risalles de tal dida,

Se cabrechava enseguida. .

No menjaba peix ni magre,

Sols pepinos en viangre.

…Li agradaben coentets

I xuplaba els ditets

…no tenía cap amic,

Fora pobre o fora ric.

I tancat en pany i clau,

Es un sarvatxo en el cau.

Un día trová a Donisa,

En el matí ixint de misa.

…la xicona de tal nom

era de les del repom.

La aseguía per la nit

Pera mirarle fit a fit,

I el pare al novio feroç

Un día li amollá el gos.

…i rabiós Doniset pensá

Fer-los una ben soná.

Pensant fer una destrosa

En el mocador els posa

Pero en plena trapisonda

Va vore vindre a la ronda

Si li aná el reguiny del bot

Igual que sen va el xanglot.

I tremolant infeliç

S’encomana a Sent Dionís

Destapen el fardo i…vá

Se tornará en maçapá.

La familia, al aguaitar,

Creu qu’els anava a obsequiar.

De allí en Avant tots el díes

Els portaba llepolíes

I de tanta i tanta dolor

Se li va a endolçar el humor.

Donisa li dona un SÍ

Mes dolçet que un pirulí.

…a Dionís ferem feliç

Els Dolços de Sent Donís.